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Qué deudas se pueden cancelar con la Ley de Segunda Oportunidad

La Ley de Segunda Oportunidad permite cancelar una amplia variedad de deudas, lo que la convierte en una herramienta muy útil para quienes ya no pueden hacer frente a sus obligaciones financieras. En la práctica, la mayoría de las deudas personales y profesionales pueden incluirse en el procedimiento. Entre las más frecuentes están los préstamos personales, las tarjetas de crédito, los créditos revolving, los microcréditos y los créditos rápidos, que suelen acumular intereses muy altos y generar situaciones de sobreendeudamiento difíciles de controlar. También pueden cancelarse deudas con proveedores, deudas derivadas de negocios cerrados o fracasados y obligaciones financieras que se hayan ido acumulando con el tiempo.

Una de las grandes ventajas de esta ley es que también permite cancelar parte de las deudas con las administraciones públicas. En concreto, la normativa vigente permite exonerar hasta 20.000 euros en total entre Hacienda y Seguridad Social, repartidos en 10.000 € con cada organismo. Este punto es especialmente relevante para autónomos que arrastran cuotas impagadas o sanciones que no pueden asumir. El resto de la deuda pública que supere esa cantidad puede incluirse en un plan de pagos flexible para hacerla más manejable.

Sin embargo, no todas las deudas pueden eliminarse. Quedan excluidas las obligaciones por pensiones de alimentos, las multas penales, las indemnizaciones derivadas de delitos y cualquier deuda generada por actuaciones fraudulentas. Esto se debe a que la ley está pensada para ayudar a quienes actuaron de buena fe y cayeron en insolvencia por circunstancias ajenas a su voluntad, no para quienes intentan beneficiarse del sistema.

En definitiva, la Ley de Segunda Oportunidad cubre la gran mayoría de deudas que afectan a particulares y autónomos, permitiendo aliviar la carga financiera y recuperar la estabilidad. Para muchas personas, este mecanismo representa la única vía realista para salir del círculo de intereses, embargos y recobros, y empezar de nuevo sin cargas económicas imposibles de asumir.